Chemsex: crece el uso de drogas para potenciar el placer sexual

Chemsex: crece el uso de drogas para potenciar el placer sexual

Sábado, 07 de Septiembre de 2019 10:46

Los encuentros suelen acordarse a través de aplicaciones de citas. Participan muchas personas en largas sesiones de sexo potenciadas por el uso de drogas sintéticas (GHB, metanfetaminas, mefedrona), en las que los cuidados para evitar enfermedades de transmisión sexual quedan muchas veces en un segundo plano. El chemsex (sexo químico) ya es considerado un problema de salud pública en Europa y pone en alerta a médicos de Argentina y el mundo.

“Hay que interesarse mucho en esto porque es un tema social que está matando a los jóvenes de manera muy rápida”. La advertencia cerró la exposición a sala llena del francés Vincent Pelletier, director general de Coalition Plus (una red internacional de más de 100 organizaciones contra el sida y la hepatitis), durante el Simposio Científico de Fundación Huésped, en Buenos Aires.

Pelletier tiene 53 años y hace más de 30 es activista por los derechos de la comunidad gay y de las personas con VIH-sida. “El tema del sexo y las drogas es una vieja idea, no es de ahora. Pero en la actualidad tenemos una crisis bastante diferente”, afirma y destaca que cobra especial relevancia ante “la nueva ola de infecciones de VIH y de muertes en Europa y otros lugares del mundo”, especialmente en hombres que tienen sexo con hombres (HSH) jóvenes, entre quienes la práctica de chemsex es mucho más frecuente que en la población general.

El fenónemo, repasa, “empieza en América del Norte a finales de los ’90 con el crystal meth (metanfetamina) y se desarrolla en los 2000. Y en Europa comienza con el GHB, donde hay una situación muy complicada con las catinonas (especialmente la mefedrona), que produce muchos muertos en Europa central. Las muertes por GHB se duplicaron en Londres y en Francia preocupa la expansión del SLAM (inyección de drogas, que añade el problema del compartir las jeringas) entre los jóvenes gays y las personas trans”.

Son sustancias que aumentan la excitación sexual, la intensidad y la duración del encuentro, además de provocar una fuerte desinhibición. “El deseo sexual es tan fuerte que se hacen cosas que no se harían nunca si no estuviera bajo sus efectos”, dice Pelletier. En menor medida se utilizan cocaína, ketamina, éxtasis o MDMA.

Entre los factores que propician la difusión de la “cultura chemsex” (que cuenta con espacios, vínculos sociales, prácticas, rituales y música particulares) intervienen la “democratización del acceso a las drogas”, posibilitada por la disminución en el costo (en dos años, el precio del crystal meth bajó de 250 euros a 150 por gramo, y un gramo de catinonas cuesta 18) y por la “amazonización” de esas sustancias que se adquieren con facilidad por internet, dado que su formulación muta con frecuencia permitiendo así evadir los controles (es frecuente su comercialización como “sales de baño”, “euforizantes legales”, “abono para plantas”).

A eso se le suman dos fenómenos en crecimiento en los últimos 10 años: la masivización del uso de smartphones y de las aplicaciones de geolocalización “que hacen mucho más fácil la organización espontánea de eventos privados, de orgías y la circulación de los productos adentro de estos encuentros” y de los viajes low cost. “Es muy fácil ir a Berlín, Barcelona o París por un fin de semana y tener una orgía en un departamento con 20 personas que no se conocen. Eso no era posible hace 20 años, cuando los pasajes costaban 300 o 400 euros”.

El director de Coalition Plus no habla desde la pacatería, el conservadurismo, ni la condena a la práctica, por el contrario, subraya la necesidad de poner la mirada sobre un fenómeno en plena expansión desde el enfoque de la reducción de daños.

“Es una práctica muy común. Tenemos que verla, saber que existe. No se puede prohibir, no se puede decir ’no uses drogas’ o ’no mezcles’, porque eso no funciona. La guerra a la droga es un fracaso total. Si no funciona para el usuario común de droga, no va servir tampoco para el usuario de drogas en contexto sexual. Hay que informar más que prohibir. Informar puede ayudar a usar los productos de la manera que se pueden usar”.

Tras definirse como políticamente incorrecto, dice que “los usos no siempre son problemáticos”. “Pero se puede caer en un uso problemático muy fácilmente, ya sea por error de dosificación (especialmente con el GHB) o por factores psicológicos o psicopatológicos. Y la transición puede producirse a gran velocidad: en pocas semanas se puede pasar de no consumir nada a SLAM, esto puede ocurrir muy rápido con consecuencias profesionales, familiares y sociales muy importantes”, advierte.

Las consecuencias de la síntesis de sustancias elaboradas clandestinamente son imprevisibles y pueden llegar a ser letales, apuntó durante su exposición Silvia Cortese, médica del servicio de Toxicología del Hospital Fernández. “No hay control de las pastillas que se venden por ejemplo en las fiestas electrónicas. Esto hace que las pastillas de éxtasis muchas veces estén contaminadas con catinonas (tienen un efecto muy parecido a las fenetilaminas), pero tienen un tiempo de inicio de acción mucho más lento y esto hace que el usuario, al desconocer que no está consumiendo éxtasis, pueda consumir mayor cantidad de pastillas buscando el efecto”.

En: https://www.contextotucuman.com/nota/163244/chemsex-crece-el-uso-de-drogas-para-potenciar-el-placer-sexual.html