Arrancando la onceava semana de cuarentena desde el primer anuncio oficial por contagio de SARS-CoV-2, en Venezuela continúa la expectativa.

La población mantiene medidas de prevención como el uso de tapabocas, el lavado de manos frecuente y el distanciamiento social para enfrentar la pandemia del COVID-19, pero la falta de insumos básicos como el alcohol, gel antibacterial, jabón y cloro, persisten en el país. Al difícil acceso a servicios básicos como el agua y la electricidad, se le ha sumado la falta de combustible en todo el país, generando inmovilidad y agudizando la situación.  

Desde el mes de marzo, han llegado a Venezuela varios cargamentos de insumos médicos de ayuda humanitaria, así como suministros sanitarios entregados por las agencias internacionales que dependen de las Naciones Unidas, sin embargo, pareciera que el país no se encuentra preparado para afrontar una dinámica de tal envergadura, cuando su problemática abarca mucho más que el sector salud. No es primera vez que estas organizaciones intervienen para dar una solución inmediata a las dificultades que atraviesa Venezuela. Ya para el 2018, ONUSIDA junto a OPS, Fondo Global, sociedad civil y el MPPS, habían ideado el “Plan Maestro” para darle respuesta al desabastecimiento de antiretrovirales de las personas que viven con VIH, población que, durante décadas, ha luchado contra un virus que amenaza su vida y siente más vulnerabilidad por su condición ante esta nueva pandemia. 

Dos estudios de casos de COVID-19 publicados en los últimos días, llevan a los investigadores a la conclusión cautelosa de que las personas que viven con VIH no corren un mayor riesgo de muerte o enfermedad grave, siempre que estén bajo tratamiento antiretroviral.

Con la finalidad de conocer cuál es la percepción de esta población hacia el COVID-19, Proyecto Once Trece realizó un cuestionario autoadministrado a 260 personas que asisten a la consulta de VIH del Hospital Vargas de Caracas, encontrando los siguientes resultados: 

De la totalidad de los encuestados, 80% eran hombres y 20% mujeres de edades comprendidas entre 19 y 78 años, con un promedio de 44 años de edad. 

El 95% de ellos aseguró conocer cómo es la transmisión del COVID-19. El 80% estaba cumpliendo la cuarentena, el 94% usaba tapabocas, 89% se lavaba las manos con frecuencia y solo el 73% mantenía el distanciamiento social. 

Un 17% aseguró que el SARS-CoV-2 se podía transmitir por vía sexual y el resto, lo negaba o lo desconocía. 44% de los encuestados respondió que su vida sexual se vio afectada por la cuarentena. 

El 73% se siente más vulnerable al COVID-19 por su condición de VIH positivo. 

Cuando se evaluó si se encontraban tomando su terapia antiretroviral, 95% aseguró que sí, y el 83% de los encuestados afirmó que no ha tenido problemas para acceder al tratamiento. 

Se les preguntó cuál era su mayor preocupación en estas circunstancias de pandemia y el 57% afirmó ser la falta de medicamentos, 43% la falta de gasolina, 42% la falta de alimentos y solo un 39% aseguró preocuparle el COVID-19.

De las emociones que mayormente experimentan durante la cuarentena, 75% aseguró estar ansiosos, 40% sentía miedo, 24% tristeza, 21% soledad y 18% rabia. 

Aunque varios trabajos han asegurado que no existe evidencia de un mayor riesgo de muerte o complicaciones asociadas al COVID-19, muchas personas que viven con VIH en Venezuela se sienten inermes. Contradictoriamente, su mayor preocupación no está enfocada en la pandemia, sino en otras variables como la probable falla de medicamentos y la falta de alimentos y gasolina, aún cuando el 83% de ellos refirieron haber retirado sus tratamientos antiretrovirales sin dificultad, reportando buena adherencia. 

En general, la mayoría tenía un buen conocimiento acerca de las formas de transmisión y los métodos de prevención, los cuales cumplían en su mayoría, aunque con un menor porcentaje en el distanciamiento social. 

Cuando se evaluó el nivel de conocimiento acerca de la posibilidad de transmisión por la vía sexual, se evidenció confusión en su respuesta, esto podría ser explicado al escaso número de ensayos que demuestren esta forma de transmisión. 

Los participantes en este estudio reportaron altos niveles de ansiedad, miedo y tristeza, por lo que sería oportuno la creación de estrategias para la atención de esta población que se siente más vulnerable en esta pandemia, en un entorno álgido con muchas adversidades sociales y económicas.