Dr. José Gotés Palazuelos

La obesidad es uno de los trastornos metabólicos crónicos más prevalentes en el mundo, de tal suerte que se estima que casi 1,9 billones de personas en el mundo padecen sobrepeso, y 650 millones de personas presentan obesidad (definidos por el punto de corte tradicional de la Organización Mundial de la Salud ≥ 25 kg/m2 y ≥ 30 kg/m2, respectivamente).

Además de las complicaciones asociadas a esta enfermedad, la misma se ha establecido como un factor de riesgo para procesos infecciosos respiratorios, incluyendo neumonías bacterianas y virales. Por ejemplo, en la epidemia de 2009 por influenza H1N1 se observó mayor riesgo de enfermedad grave en las personas con obesidad (en particular en pacientes con índice de masa corporal ≥ 40 kg/m2).

Asimismo, durante los brotes de infecciones por MERS-CoV, causante del síndrome respiratorio de Oriente Medio, en una revisión de las características clínicas de 47 pacientes se observó que 17% presentaba obesidad como comorbilidad.

Obesidad, riesgo y gravedad de la COVID-19

La discusión en cuanto al hecho de cómo la obesidad puede aumentar el riesgo para casos graves de enfermedades virales es amplia y posee varias explicaciones. El estatus nutricional de una persona determinada puede alterar la respuesta inmunológica a un virus.

En primera instancia, se considera que la obesidad modifica las respuestas humoral y celular de la inmunidad al ser un estado proinflamatorio. Si esto se examina en microambientes como el pulmón, se observa que existen alteraciones en la función de los macrófagos y de las células T, favoreciendo la expansión viral en ese sitio, elevando la posibilidad de daño grave.

Aunado a lo anterior, se ha dicho que en pacientes con obesidad e infecciones virales respiratorias existe una carga viral más elevada, por presentar un retraso en el aclaramiento viral o por tener mayor eliminación viral en la fase sintomática de la infección.

Todo esto es relevante, dado que en la pandemia actual por SARS-CoV-2, causante de la neumonía por coronavirus o COVID-19, se ha reportado a la obesidad como uno de los factores de riesgo asociados al desarrollo de cuadros graves de neumonía.

En un análisis reciente (aún no publicado) en la ciudad de Nueva York, de 4.103 pacientes confirmados con COVID-19, destaca que 26,8% presentaba obesidad (índice de masa corporal ≥ 30 kg/m2), y 15% diabetes. Aún más, 39,8% de los pacientes que requirieron hospitalización presentaba obesidad, comparado con 14,4% de los casos positivos, pero que no se hospitalizaron. En el análisis multivariado la obesidad de grado 3 (≥ 40 kg/m2) fue uno de los factores que más se asoció al riesgo de enfermedad crítica (razón de riesgo: 6,2; IC 95%: 4,2 – 9,3), definida como ingreso a terapia intensiva, uso de ventilación mecánica o muerte.

Si hablamos en específico sobre el riesgo para ser tratados con ventilación mecánica (como subrogado de gravedad), Simmonnet y sus colaboradores en un análisis retrospectivo de una cohorte de pacientes franceses con COVID-19, mostraron que el riesgo para ventilación mecánica era mayor conforme se incrementaba el índice masa corporal; en consecuencia, las personas con índice de masa corporal ≥ 35 kg/m2 tenían una razón de riesgo más alta que aquellos con índice de masa corporal menor a 30 kg/m2 (7,36 frente a 1,69).

Aunado a estos datos, otro análisis mostró que la obesidad incrementaba casi al doble el riesgo de hospitalización y de necesidad de cuidado crítico en personas menores de 60 años. Esto es relevante, tomando en consideración que la edad avanzada se ha establecido como factor de riesgo para casos graves de COVID-19, por lo que el resultado del estudio sugeriría que en pacientes jóvenes con obesidad, el riesgo es alto.

La situación en México y Latinoamérica

Figura 1. Defunciones confirmadas según comorbilidad. Fuente: SSA/SPPS/DGE/InDRE/Informe técnico COVID-19/México 13 de abril de 2020 (corte 14:30 h)

Según los datos de la conferencia de prensa del 13 de abril (figura 1), 35,54% de los pacientes fallecidos (n = 332) presentaba obesidad.

La información que se va acumulando indica que existe un nexo cada vez más claro entre la obesidad y el riesgo de enfermedad grave por COVID-19; además, esto es concordante con lo que ha sucedido en epidemias previas por otros agentes respiratorios (influenza y otros coronavirus), y compatible con la predisposición fisiopatológica que genera la obesidad a infecciones virales.

Por tanto, los pacientes con obesidad deben ser considerados como grupo de riesgo para la infección grave por COVID-19, lo que implica que gran proporción de personas en los países de Latinoamérica debe estar consciente de esta situación y reforzar las medidas de prevención de contagio.

Por otro lado, es deseable continuar la asesoría nutricional y médica en los pacientes con obesidad, buscando que se mantengan las recomendaciones de estilo de vida balanceado y saludable durante la contingencia.
En: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5905336