Megan Brooks

La depresión y la ansiedad en pacientes con COVID-19 pueden reflejar la penetración del sistema nervioso central por el nuevo coronavirus, señalan investigadores.[1

En un estudio transversal de más de 100 participantes adultos que tenían COVID-19, la depresión del estado de ánimo y la ansiedad se correlacionaron estrechamente con la pérdida del olfato y el gusto, y no con disnea, tos o fiebre.

Los cambios del estado de ánimo y la ansiedad en pacientes con COVID-19 «pueden ser más que reacciones emocionales a la enfermedad», comentó a Medscape Noticias Médicas el investigador para correspondencia, Dr. Ahmad R. Sedaghat, Ph. D., de University of Cincinnati College of Medicine en Ohio, Estados Unidos.

El «hallazgo inesperado» de que la depresión del estado de ánimo y la ansiedad están muy vinculados con la disfunción olfativa «plantea la posibilidad muy interesante de que los cambios en el estado de ánimo y la ansiedad puedan ser una función de la invasión del sistema nervioso central y el cerebro», añadió el Dr. Sedaghat.

Los resultados fueron publicados el 2 de julio en la versión electrónica de The Laryngoscope.

Puntuaciones más altas

El estudio incluyó 114 pacientes (media de edad: 44,6 años; 45,6% del género masculino) con diagnóstico de COVID-19 en el Aarau Cantonal Hospital, en Suiza. Solo a un participante se le había diagnosticado previamente ansiedad, y a otro se le habían diagnosticado con anterioridad ansiedad y depresión, y se le estaba tratando.

Los investigadores utilizaron el Cuestionario de Salud del Paciente de dos apartados (PHQ-2) para medir la depresión y el Cuestionario de Trastorno de Ansiedad Generalizada de dos apartados (GAD-2) para medir los niveles de ansiedad al inicio e inmediatamente antes del diagnóstico de COVID-19.

Los participantes también calificaron síntomas de disminución del olfato/gusto, obstrucción nasal, producción excesiva de moco, fiebre, tos, y disnea durante la COVID-19.

Los síntomas de COVID-19 habían comenzado una media de 12,3 días antes del reclutamiento. En la inclusión las puntuaciones de los participantes en PHQ-2 y GAD-2 fueron mayores de manera estadísticamente significativa que sus puntuaciones iniciales previas a COVID-10 (p < 0,001 para las dos comparaciones).

En el reclutamiento, cuando los participantes todavía presentaban síntomas de COVID-19, 47,4% informó por lo menos varios días con depresión del estado de ánimo cada semana (puntuación en PHQ-2 de un mínimo de 1), mientras que 21,1% informó depresión del estado de ánimo casi todos los días (puntuación de por lo menos 3 en PHQ-2).

Asimismo, en el reclutamiento 44,7% de los participantes tenía puntuación de GAD-2 de un mínimo de 1, y 10,5% tenía puntuación en GAD-2 de por lo menos 3.

Carga psicológica

En el análisis multivariable la depresión del estado de ánimo y la ansiedad se relacionaron positivamente con síntomas de COVID-19 consistentes en disminución del sentido del olfato/gusto, pero «sorprendentemente» no con los otros síntomas de COVID-19 de fiebre, tos o disnea.

Esto «puede presagiar desenlaces de COVID-19 más nefastos», escribieron los investigadores.

«Ninguno de estos síntomas que predicen morbilidad y mortalidad se asoció con cuán deprimidos o ansiosos estaban estos pacientes. El único elemento de COVID-19 que se asoció con depresión del estado de ánimo y ansiedad fue la gravedad de la pérdida del olfato y el gusto», informó el Dr. Sedaghat.

Edad más avanzada y grados de depresión del estado de ánimo y ansiedad antes de la COVID-19 también se asociaron positivamente con mayor depresión del estado de ánimo y ansiedad durante la COVID-19.

«Es posible que haya más penetración del sistema nervioso central por el virus de lo que pensamos, con base en la prevalencia de la depresión del estado de ánimo y la ansiedad relacionadas con el olfato. Esto en realidad abre las puertas para futuras investigaciones en que se analice cómo el virus puede interactuar con el sistema nervioso central», destacó el Dr. Sedaghat.

También señaló que no está claro en qué grado este malestar físico puede ser crónico.

Sin embargo, «comprender la enorme carga psíquica que agobia a estos pacientes es el primer paso para percatarse de que los trastornos afectivos y por ansiedad pueden ser algunos aspectos que deben ser objeto de seguimiento a largo plazo», manifestó el Dr. Sedaghat a Medscape Noticias Médicas.

La vigilancia de los pacientes es clave

En su comentario sobre el estudio para Medscape Noticias Médicas, el Dr. Nicholas R. Rowan, de Johns Hopkins University School of Medicine en Baltimore, Estados Unidos, señaló que los síntomas de pérdida del olfato son muy frecuentes en pacientes con COVID-19, lo cual es increíblemente estresante para ellos.

«Las implicaciones para la calidad de vida que conlleva la pérdida del olfato son muy reales y pueden plantear implicaciones importantes para la salud mental de los pacientes, como depresión o ansiedad», indicó el Dr. Rowan, quien no intervino en la investigación.

«Hasta ahora desconocemos cuántos pacientes con pérdida del olfato relacionada con COVID-19 tendrán pérdida permanente. Muchos se restablecerán. Sin embargo, parece que puede haber una proporción de la población infectada con un problema crónico», puntualizó.

«Será importante monitorear a los pacientes con síntomas de pérdida del gusto y el olfato», finalizó.

La financiación para el estudio fue proporcionada por el Departamento de Otorrinolaringología del Hospital Cantonés de Aarau. Los doctores Sedaghat y Rowan han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.