Pablo Hernández Mares


GUADALAJARA, MEX. Enfermedades crónicas como diabetes, enfermedades renales e hipertensión, así como enfermedades infecciosas, como virus de inmunodeficiencia humana (VIH) y tuberculosis, hacen más propensas a las personas de presentar formas graves de COVID-19.

«Muchas de estas afecciones médicas están generalizadas en las Américas, con lo cual nuestra región es más susceptible a la enfermedad grave de COVID-19», lamentó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Dra. Carissa F. Etienne, durante la sesión informativa virtual del 21 de julio de 2020, en la cual participó Medscape en español.

De acuerdo con la directora regional de la Organización Mundial de la Salud para las Américas, tres de cada diez personas o el equivalente a 325 millones de personas son más vulnerables a presentar COVID-19 grave en la región, debido a enfermedades preexistentes.

«Estamos hablando de 186 millones de personas en Latinoamérica y el Caribe, y en la subregión de Norteamérica, que incluye Estados Unidos, Canadá y México; los datos muestran que una de cada 3 personas tiene mayor riesgo de padecer COVID-19», remarcó la Dra. Etienne.

Asimismo, la funcionaria indicó que entre las personas con enfermedades concomitantes en las Américas aproximadamente 43 millones están en alto riesgo, lo que significa que podrían requerir hospitalización debido a trastornos de salud subyacentes y dentro de este grupo los hombres tienen el doble de probabilidades que las mujeres de desarrollar COVID-19 grave.

Además, la directora de la OPS resaltó que aun cuando la probabilidad de presentar varias afecciones sanitarias aumenta con la edad, y las personas mayores de 65 años tienen alto riesgo de padecer una enfermedad más grave, los adultos en edad laboral, es decir, entre 15 y 64 años, no son inmunes, dado que muchos de ellos padecen una o más afecciones subyacentes, como diabetes o enfermedad renal crónica.[1]

La Dra. Etienne adelantó que en las próximas semanas la OPS aplicará una nueva herramienta basada en el modelo creado en coordinación con la facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres. Con esto los países podrán utilizar datos regionales sobre la prevalencia de las enfermedades concomitantes para adaptar sus respuestas a la COVID-19 y proteger mejor a las poblaciones más vulnerables.

«Los datos deben sustentar nuestras acciones; en primer lugar hay que saber quién es vulnerable, esto ayudará a los países a formular estrategias para proteger a las personas con enfermedades concomitantes, desde el aislamiento voluntario con asistencia hasta ofrecer recursos adecuados y sistemas de apoyo; estas intervenciones pueden ayudar a los países a reducir el número de fallecimientos entre los grupos vulnerables, al tiempo que contribuyen a aplanar la curva y preservan la capacidad de los servicios sanitarios», apuntó.

La nueva herramienta, el modelo desarrollado por la OPS y la Facultad de Higiene y Medicina Tropical de Londres, permitirá a los países adaptar sus respuestas para proteger a grupos vulnerables del riesgo y poner en marcha programas innovadores, como la telemedicina, para la atención de las personas con afecciones crónicas, que podrán ser vistas por un médico de manera aislada de los pacientes con COVID-19.

Al 20 de julio de 2020, en las Américas se han notificado 7,7 millones de casos y más de 311.000 defunciones, por lo que de acuerdo a la OPS, la pandemia de la COVID-19 no tiene indicios de desacelerar en la zona.

«La última semana hubo prácticamente 900.000 casos nuevos y cerca de 20.000 fallecimientos en la región, la mayoría de estos en Brasil, México, y Estados Unidos de América; si bien la mayoría de países en América del Norte está viendo un aumento repentino de los casos, Canadá ha logrado aplanar la curva», destacó la Dra. Etienne.

Asimismo, la funcionaria recalcó que la COVID-19 ha puesto de relieve la prevalencia de enfermedades y afecciones que han asolado a la región de las Américas durante décadas, añadiendo que la diseminación del virus debe ser un llamado de atención para cada uno de los países de las Américas para fortalecer sus sistemas de salud, reforzar sus capacidades, mejorar la calidad de la atención, y ampliar el acceso a la salud a personas de bajos recursos, así como a los grupos más vulnerables.

«Debemos asegurarnos de que nuestra respuesta a la pandemia vaya más allá de poner punto final a la COVID-19: construyamos una región más resistente, más sana y mejor preparada para enfrentar el siguiente desafío», enfatizó la Dra. Etienne.