El papa Francisco ha enviado a su limosnero, el cardenal Konrad Krajewski, a la costa romana para asistir a un grupo de transexuales latinoamericanos que habían pedido ayuda a la parroquia de Torvaianica debido a la situación de indigencia en la que se encontraban, al no tener clientes por el confinamiento que vive Italia ante la pandemia del coronavirus.

La pandemia hizo acercar dos mundos distantes. “Vinieron de una manera muy respetuosa, delicada, poco a poco comenzamos a comunicar, a escucharnos, a saber de sus historias de vida”. Ellas pedían ayuda para cosas esenciales: “para pagar el alquiler de la habitación, pagar el tanque de gas, la factura de la electricidad”. 

“Eran personas principalmente provenientes de Colombia y Perú. Entonces, se me ocurrió de decirles: ‘Escribamos al Papa, él es de Latinoamérica’, nos escuchará, cuéntenles algo de ustedes, cómo viven, qué hacen, desde hace cuánto están aquí y así pueden pedir un auxilio”. 

Algunas de las cartas escritas en español – con una caligrafía y forma sencilla – tenían partes salpicadas o borrosas, entre letras, por las lágrimas. Las cartas fueron entregadas al cardenal Konrad Krajewski. 

En las misivas – dice padre Andrea- ellas agradecían, decían rezar por el papa Francisco, pintaron corazones y otros cariños. “Lloraban por el dolor, por la vergüenza, por la marginación, la soledad y por las vidas que llevaban, una de ellas le cuenta al Papa su enfermedad (seropositiva – VIH)”. 

“Este encuentro ha sido providencial, pues solo debido a la pandemia del coronavirus se ha podido dar, pues jamás las habría conocido”, afirma don Andrea que reafirma la “valentía de estas personas al pedir ayuda”, además porque no “conocían al párroco o no podían imaginar la reacción o la acogida que tendrían”. 

Don Andrea es párroco desde el 22 de septiembre de la Iglesia Beata Virgen Inmaculada de Torvainanica transferido de otra zona donde también hay prostitución de personas transexuales ; Lido de Pini, localidad romana del litoral. “Sabía lo que hacían, pero jamás habíamos tenido la oportunidad de ayudarles”. Pero recuerda nítido que cada Viernes Santo venía un grupo nutrido a la iglesia para el ‘beso de la Cruz’.

Son “personas” que ahora son “amigas de nuestra comunidad parroquial” e instó a seguir el Evangelio que invita a la “misericordia” de Dios. “El Papa nos pide llamar a las personas por sus nombres,  sin adjetivos”.

“Ahora son personas amigas de nuestra parroquia, así como llamo ‘amigos’ a los detenidos o las familias que vienen por un mercado”. Un lenguaje signo de “cercanía pastoral, de apertura,  atención y disponibilidad gratuita e incondicional”. El párroco sin alguna pretensión sostiene que delante se abre un “camino de humanidad, de compartir, de escucha” con las comunidad de personas transexuales de la zona para volver a “los orígenes de la fe”. 

No es la primera vez que el Papa expresa su cercanía con las personas transexuales. El Jueves Santo de 2015, durante la misa de la última cena celebrada en la prisión romana de Rebibbia, Francisco lavó los pies a una mujer transexual.

Las transexuales, comentó el párroco, son personas que viven al margen de la sociedad. De 30 a 80 euros por cosas que lastiman su dignidad. “¿Quién de nosotros les da confianza?, ¿quién de nosotros les daría hospitalidad en casa propia? ¿quién de nosotros les ofrecería un trabajo domestico? ¿quién de nosotros les saluda? Al contrario, se les desprecia y rechaza”.

“Entre ellos dividen los gastos, las rentas, se ayudan mutuamente como pueden. Se ha corrido la voz y ahora hay unas 20 personas que han pedido ayuda. Principalmente provienen de América Latina, aman mucho a Bergoglio y tienen fe. Me conmovió la imagen de uno de ellos que comenzó a rezar de rodillas ante la Virgen”, relató el párroco.

El purpurado polaco no ve nada extraño en esta asistencia. “La caridad del Papa se dirige a todo aquel que sufre. Durante la semana de Pascua hemos llevado miles de paquetes de asistencia y entre estas personas también había prostitutas y transexuales. Mi deber es ayudar a quien tiene necesidad y vaciar la cuenta bancaria de caridad del Papa. Si está vacía, va todo bien. Y cuando se vacía, gracias a Dios, siempre hay gente que vuelve a dar ofrecer donaciones”, ha manifestado.

“Son personas que hicieron dinero en la oscuridad, por supuesto, tal vez tienen problemas con los documentos y no pueden solicitar subsidios. Otras parroquias informaron de problemas similares, de prostitutas que ya no tenían nada para comer. Entonces consigo el número de cuenta y doy todo lo necesario a la parroquia”, ha señalado el limosnero.

El párroco Andrea Conocchia ha explicado a la agencia italiana Adnkronos su relación con estas personas en situación de dificultad. “Pedían ayuda porque con la pandemia de Covid-19 no tenían clientes por las calles. Entre ellos se reparten los gastos, los alquileres, se ayudan como pueden”, ha indicado. Del mismo modo ha reconocido que sobre todo provienen de América Latina, “quieren mucho a Bergoglio y tienen fe. Me ha conmovido sobre todo la imagen de uno de ellos que se ha puesto de rodillas ante la Virgen a rezar”.