Dra. Armelle Pérez-Cortés Villalobos

Conforme avanza nuestro conocimiento acerca de la variante ómicron, en múltiples estudios de investigación se ha evidenciado que tiene reducción en la infectividad de los pulmones, así como menor carga viral e inflamación en los pulmones, en comparación con otras variantes. Estos hallazgos se han interpretado erróneamente, suponiendo que el cuadro clínico que da ómicron es un cuadro respiratorio leve, sobre todo en personas vacunadas. Esta concepción es errónea y peligrosa.

Padecer COVID-19 con un curso clínico leve no nos exenta de la posibilidad de presentar complicaciones a largo plazo, ya que la enfermedad es una infección sistémica, con múltiples vías para producir daño a corto plazo; no solo ataca al sistema respiratorio, también afecta otras áreas, como cerebro, corazón, hígado, intestino, testículos y ganglios linfáticos. La afección en cada uno de estos órganos ha sido claramente descrita y cada uno tiene potencialmente implicaciones a largo plazo.Padecer COVID-19 con un curso clínico leve no nos exenta de la posibilidad de presentar complicaciones a largo plazo.

En el estudio CoVHORT, que se limitó a pacientes que no requirieron hospitalización y que fueron casos leves de la enfermedad, se encontró 68% de prevalencia de 1 o más síntomas de COVID-19 a 30 días, la que aumentó a 77% a 60 días. Estos hallazgos son consistentes con lo reportado previamente; en otras cohortes con mayor tiempo de seguimiento se ha notificado que 61% de los pacientes que tuvieron COVID-19 continuaba con síntomas hasta 6 meses después.

¿Cuáles han sido estos síntomas pos-COVID-19 reportados y cuál es su relevancia? 

Uno de los síntomas más prevalentes después de haber padecido COVID-19 es la fatiga, que se ha descrito entre 14% y 70% de los pacientes hasta 6 meses después de la infección; este síntoma no es despreciable y se ha asociado a mala calidad de vida hasta en 30% de los pacientes recuperados y causando limitación en las actividades diarias que llevan a cabo, algo muy preocupante, particularmente en gente joven que representa la fuerza de trabajo en la mayoría de los países.

Otras importantes implicaciones son anosmia y parosmia persistentes después de haber tenido COVID-19, la cual se sabe causa una importante disrupción en el estilo de vida y en el bienestar físico y mental de las personas; específicamente se ha reportado una disminución en el deseo y posibilidad de comer y preparar comida, el aumento o la disminución de peso consecuente a la deficiente alimentación, así como disminución en las interacciones sociales, en la intimidad e incluso alteración en la percepción de la realidad.[4] Todas estas alteraciones tienen una relevancia muy importante en la vida de las personas recuperadas de COVID-19.

Asimismo, se ha descrito que pacientes que se recuperaron de COVID-19 leve tienen una capacidad aeróbica de ejercicio notablemente reducida, comparada con controles, así como una respuesta hiperventilatoria exagerada durante el ejercicio.

A nivel cerebral se continúan estudiando relevantes implicaciones. En una investigación en ratones se evidenció que la proteína S1 de SARS-CoV-2 cruza la barrera hematoencefálica, lo cual podría explicar los cambios inflamatorios y citotóxicos encontrados en parénquima cerebral en múltiples reportes de autopsias. Esto podría estar asociado a los déficits cognitivos persistentes en pacientes recuperados de COVID-19 que incluso estaban asintomáticos o que cursaron con una enfermedad leve.

Punto clínico 
La baja infectividad pulmonar de ómicron es sin duda una buena noticia y la divulgación de este hallazgo se ha utilizado para evitar el pánico ante la llegada de esta nueva variante. Sin embargo, la evidencia científica es contundente de que COVID-19 tiene implicaciones sistémicas y un curso clínico que a nivel individual hasta el momento es impredecible, y de que existen múltiples implicaciones sistémicas a largo plazo, de las que continuamos aprendiendo. Debemos comunicar un mensaje balanceado en el que claramente nuestra postura sea disminuir la transmisión de SARS-CoV-2, porque COVID-19 no es solo un resfriado común