Dr. Javier Cotelo

Posicionamiento ante el nuevo escenario pandémico ocasionado por la variante ómicron en España propugna novedosas modificaciones en vigilancia epidemiológica y diagnóstico, así como en la organización asistencial, focalizando toda la actuación en los vulnerables, de acuerdo a la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC).

La Dra. María del Mar Tomás Carmona, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica y una de las redactoras del documento, comentó a Medscape en español: «Es muy probable que entre 50% y 60% de la población española se infecte, incluso se reinfecte, con esta variante, por subvariantes que están surgiendo a partir de esta. Al tener una afectación de la vía aérea superior y no tan sistémica como las precedentes la protección que induce es menos duradera, por eso seguimos aconsejando la vacunación que estimula junto a la infección natural una inmunidad híbrida más duradera».

Luz al final del túnel pandémico

Debemos reconocer que la frecuencia de hospitalización, de ingreso en unidades de cuidados intensivos o de fallecimientos también se ha reducido de forma muy considerable con esta variante. Ciertamente estamos viviendo un franco descenso de casos en las últimas semanas refrendados por las últimas cifras publicadas por el Ministerio de Sanidad, que nos permiten ver la luz al final del túnel.

Destacamos los datos al 23 de febrero, con una incidencia acumulada en los últimos 14 y 7 días se sitúan en 676 y 257, respectivamente; el porcentaje medio de camas de hospital ocupadas por la COVID-19 se sitúa en 6,6% y las de unidades de cuidados intensivos en 12,5%; en cuanto a fallecidos, el gobierno reconoce oficialmente 99.000.

Ingresar con o por la COVID-19

Esta situación condiciona que muchos pacientes sean diagnosticados de COVID-19 al ingresar en el hospital por otras causas, hecho que eleva la presión asistencial tanto en los pacientes que sufren la enfermedad como en los afectados por otras patologías, debido a la aplicación de las desfasadas estrategias y recomendaciones que en se aplicaron en las pasadas olas.

«Lo importante es considerar el estado del paciente; si es vulnerable debe ser prioritario en la atención hospitalaria, si se les hace la prueba y es positiva aunque no tengan sintomatología, hay que prestarles la misma atención que a un inmunodeprimido con síntomas, por ejemplo. Planteamos que se actualicen los protocolos conforme a la situación actual en la que nos encontremos en función de priorizar a los vulnerables», concretó la Dra. Tomás.

Ómicron obliga a hacer cambios para controlarla

Estas circunstancias epidemiológicas, clínicas y evolutivas han llevado a la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica a redactar un documento de posicionamiento que se asienta sobre dos premisas. La primera radica en que la variante ómicron puede producir enfermedad grave en personas no vacunadas, incompletamente vacunadas y en pacientes vulnerables, por tanto, es en estos grupos de población donde hay que centrar el esfuerzo preventivo, diagnóstico y terapéutico y la segunda ya comentada, es que la contagiosidad de la variante ómicron es de tal magnitud que hace muy probable que la mayoría de la población acabe infectada.

Como apuntó la propia sociedad científica, es necesario señalar que se trata de un documento abierto a discusión pública y puede tener que cambiar en el futuro si aparecen nuevas variantes con características biológicas diferentes y con mayor riesgo de producir una enfermedad más grave.

Variante imparable azote de los vulnerables

Ante el comportamiento diferente de la variante ómicron, parece probable que la vacunación no evitará que la mayoría de la población se infecte, pues es capaz de infectar a personas vacunadas y a las infectadas previamente. Si bien es cierto que las vacunas actuales contribuyen a conseguir una protección de grupo frente a la enfermedad grave, ingreso en unidades de cuidados intensivos y fallecimiento en la mayoría de los infectados.

Pero no se debe olvidar que puede producir enfermedad muy grave en personas no vacunadas de forma completa y en vulnerables que no responden a la vacunación, a pesar de disponer de tratamientos que administrados precozmente disminuyen estos riesgos, pero que tienen una disponibilidad limitada en estos momentos.

«La persona no vacunada o incompletamente vacunada no se incluye dentro de los vulnerables, pero al ser de alto riesgo, pertenece al grupo de atención prioritaria», enfatizó la Dra. Tomás.

Nueva estrategia para controlar la transmisión

Por tanto, la respuesta frente a la variante ómicron debe ser diferente y proporcional a la carga de enfermedad que produce. Las acciones deben focalizarse en los grupos de personas vulnerables y se plantean las siguientes medidas para controlar la transmisión:

Suprimir la obligatoriedad del uso de mascarillas en exteriores, que el gobierno ya adoptó el pasado día 10 de febrero en el Congreso de los Diputados, solo una semana después de que se aprobara su obligatoriedad en el mismo foro.

Eliminar la obligatoriedad de certificados de vacunación para entrada en locales públicos, solo vigentes en algunas Comunidades Autónomas y que en los últimos días están siendo eliminados.

Otra consideración importante que contiene el documento señala que no es necesario realizar pruebas diagnósticas en casos leves de personas no vulnerables.

«Pensamos que el hospital debe estar centrado en vulnerables, estableciendo un contexto clínico. En muchas ocasiones si estás vacunado las pruebas no se corresponden con la clínica, por tanto, para no saturar la atención y no interferir en los pacientes con otras patologías, estas pruebas se deben centrar en los grupos de mayor riesgo», insistió la especialista.

Dosis de refuerzo solo si lo avala la ciencia

Las dosis adicionales de vacunación solo deben ser recomendadas cuando la evidencia científica avale su eficacia contra la enfermedad grave, refleja el documento.

La Dra. Tomás señaló: «La cuarta dosis únicamente en inmunodeprimidos, ya que en Israel se ha visto que no mejora la inmunidad en otras personas. De todas formas, han aparecido tratamientos que tienen un fin profiláctico: son anticuerpos monoclonales que con dos inyecciones se puedes prevenir la infección durante seis meses, por lo que estarían indicados en pacientes vulnerables que no van a responder por muchas vacunas que les pongamos».

En cuanto a la detección de variantes, critican el bajo número de secuenciaciones, en comparación con países de nuestro entorno, no se focaliza en pacientes de mayor riesgo de desarrollar nuevas variantes, además de la tardanza en ofrecer los resultados, lo que amerita un cambio de estrategia.

Sobre la subvariante BA.2, la Dra. Tomás destacó: «En principio parece ser más transmisible, es probable que las reinfecciones, aun habiendo pasado ómicron, sean debidas a esta, que puede eludir la inmunidad, especialmente la natural, pero no parece que tenga peor pronóstico, sobre todo en los vacunados. Por tanto, si queremos cubrirnos de una infección más grave se debe aplicar poner una tercera dosis de refuerzo».

Indicadores de evolución desfasados

También es preciso cambiar los indicadores de evolución del impacto clínico de la pandemia, dado que en la situación actual son obsoletos para reflejar la realidad. Hay que emplear de forma prioritaria los de incidencia de hospitalización y mortalidad frente a la incidencia acumulada por 100.000 habitantes en los 7 y 14 últimos días, entre otros.

«El principal indicador es el de hospitalización con una infección asociada a la COVID-19 y luego la mortalidad asociada; ambos indicadores asociados serían los mejores. Hay muchas personas que no notifican los positivos, otros mantienen la positividad y tal vez no tiene valor, suceden muchas reinfecciones, de lo que se traduce que la incidencia no ofrecería una situación real en el momento actual», explicó la especialista.

Cambio de rumbo en la atención médica

Un cuadro respiratorio leve de vía aérea superior en personas sanas debe manejarse como cualquier otro con independencia del agente causal, a fin de incrementar los esfuerzos sobre los pacientes vulnerables para evitar la enfermedad grave, con el diseño de medidas específicas. Por eso es necesario definir una nueva estrategia que detecte a los vulnerables que no han recibido la dosis vacunal de refuerzo y ofrecérsela, establecer sistemas de diagnóstico precoz en estos colectivos, así como priorizar el uso de los nuevos fármacos de forma precoz en estos pacientes.

Cribados de ingreso y áreas no COVID-19 obsoletos

A nivel hospitalario también es preciso modificar la atención. Entre otras cosas se deben diseñar medidas de protección para personas vulnerables que requieren hospitalización, protocolos de tratamiento precoz de la enfermedad leve en grupos de ingresados vulnerables con alto riesgo de progresión a formas graves. La realización de pruebas de cribado a todos los pacientes al ingreso y la consideración de áreas no COVID-19 pierden su utilidad en estos momentos. La duración de las medidas de aislamiento en ingresados con la COVID-19 alargan la estancia, con el peligro que supone, por lo que deben sustituirse por criterios clínico-temporales.

Protecciones sanitarias de precisión

También se contempla la necesidad de adaptar las medidas de protección de los trabajadores sanitarios a los conocimientos adquiridos sobre la transmisión, a las necesidades de los pacientes y al estado vacunal de los trabajadores.

La duración del aislamiento del personal contagiado en los centros hospitalarios basados en pruebas no válidas para medir la contagiosidad conduce a alargamientos innecesarios con el consiguiente déficit de personal y sobrecarga del resto de trabajadores.

Por último, la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica señala que en ausencia de vacunas universales efectivas frente a múltiples variantes y/o esterilizantes eficaces en la población vulnerable, el escenario más probable para la COVID-19 en el futuro inmediato es el de una enfermedad endémica o hiperendémica.

Adelantarse al virus a la espera del otoño

La Dra. Tomás afirmó que considera necesario que adelantarse al virus, ya que es muy probable que en otoño tengamos un nuevo panorama que desconocemos, por lo que deberíamos tener actualizaciones de vacunas de ARN mensajero de ómicron, seguir avanzando en vacunas esterilizantes, incluso en las pancoronavíricas, que cubran todas las variantes.

Con respecto al futuro inmediato, la Dra. Tomás destacó que si no surge otra variante, previsiblemente tendremos una primavera-verano más tranquila, aunque el peligro podría venir en otoño y el peor escenario en el futuro sería una variante biológicamente diferente que evadiera toda la inmunidad que hasta ahora hemos obtenido.

Añadió que otra posibilidad intermedia sería una variante que afecte al tracto respiratorio superior, con lo que solo habría que proteger a los vulnerables. El escenario más optimista sería que cursara de forma asintomática en los vacunados, es decir, la mayor parte de la población, hecho que añadido a los nuevos fármacos no supondría mayores ingresos y fallecimientos que las infecciones de los años prepandémicos.

En: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5908649