Por Matías A. Loewy

Aunque ya son 24 los países de Latinoamérica y el Caribe que tienen programas de profilaxis preexposición contra el virus de inmunodeficiencia humana y que entre 2020 y 2022 se triplicó el número de usuarios pertenecientes a poblaciones vulnerables «clave», como hombres que tienen sexo con hombres, mujeres trans y trabajadoras sexuales, los progresos en la región aún son «lentos»; la amplia mayoría de quienes podrían beneficiarse de esta estrategia preventiva complementaria no accede a ella y la provisión es muy desigual, aseguraron expertos y activistas.

Perspectiva: «La disponibilidad de profilaxis preexposición en Latinoamérica de habla hispana ha aumentado de aproximadamente 2% a 3,5% de las poblaciones objetivo durante este periodo de dos años, según las últimas estadísticas publicadas por ONUSIDA. En otras palabras, el número de personas que toman profilaxis preexposición ha aumentado de aproximadamente 18.000 a 27.000 durante este periodo. Pero la población objetivo sería de hasta 1.500.000 personas. El panorama relacionado con el acceso a la profilaxis preexposición sigue siendo sombrío y no contribuiría significativamente a la eliminación del virus de inmunodeficiencia humana para 2030», describió Richard Stern, psicólogo radicado en Costa Rica y activista por los derechos de personas que viven con el virus de inmunodeficiencia humana. «El avance es lento. Recién estamos empezando y existen muchas barreras para el enrolamiento de usuarios, la continuación y el cumplimiento terapéutico», señaló el Dr. Carlos F. Cáceres Palacios, Ph. D., máster en salud pública, profesor de salud pública y fundador del Centro de Investigación Interdisciplinaria en Sexualidad, SIDA y Sociedad de la Universidad Peruana Cayetano Heredia, en Lima, Perú.

Barreras: El desconocimiento de esta estrategia, los prejuicios respecto que solo lo quieren usar personas «irresponsables» que quieren sexo sin condón, la falta de liderazgo político, el estigma, la escasa disponibilidad de centros que provean la medicación, el temor a los efectos adversos y los factores económicos son algunas barreras que dificultan una expansión más acelerada. «Lo que nos falta es que la gente sepa que existe esta herramienta preventiva que no solamente sea dirigida hacia las personas que se perciben en riesgo, sino tratar de ir más allá y buscar a quienes no se perciben en riesgo. Y esa es una labor muy importante», instó la Dra. Brande Crabtree, investigadora en la Clínica de VIH del Departamento de Infectología del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición Salvador Zubirán (INCMNSZ), en Ciudad de México, México.