Los conceptos erróneos pueden poner barreras a la detección y el tratamiento

Por Christine Peat

Con la Semana de Concienciación sobre los Trastornos Alimentarios ahora es un momento importante para hablar de la necesidad de ampliar la visión sobre quién podría estar en riesgo de desarrollar un trastorno alimentario.

Muchos estadounidenses, incluidos los profesionales de la salud, imaginan que una persona que sufre un trastorno alimentario es una mujer delgada, joven y blanca que lucha con su propia imagen. Este estereotipo se ha repetido en películas, programas de televisión y medios de comunicación durante décadas.

La realidad es que, hoy en día, las mujeres sólo representan una parte de los estadounidenses que padecen trastornos alimentarios. Y la proliferación de estos trastornos entre todos los grupos demográficos, incluidos los hombres, la comunidad LGBTQ+ y las personas de color, no ha hecho más que crecer durante la pandemia. 

Investigaciones recientes estiman que cada 52 minutos se produce una muerte, más de 10.000 muertes al año en EE.UU. a causa de un trastorno alimentario, y muchas de estas personas luchan durante años sin recibir tratamiento. El impacto acumulativo de los trastornos alimentarios en la salud mental y física es asombroso; sin embargo, las familias, los educadores y la comunidad médica pueden desempeñar un papel crucial desarrollando un enfoque integral para abordarlo.

En primer lugar, debemos trabajar para desmantelar los estereotipos asociados a los trastornos alimentarios. Esta enfermedad mental puede afectar a personas de todas las razas, sexos, orientaciones sexuales, tallas y edades.

Históricamente, los estadounidenses de raza negra están infradiagnosticados con trastornos alimentarios y tienen menos probabilidades de recibir tratamiento. Las personas que se identifican como LGBTQ+ corren un mayor riesgo de padecer trastornos alimentarios,  según los expertos de la Escuela de Salud Pública. casi 2 millones de niños que viven hoy en nuestro país padecerán un trastorno alimentario antes de cumplir los 20 años. Estos datos confirman la urgencia y la amplitud de este problema cada vez más grave.

Los trastornos alimentarios también prosperan en secreto: muchos pasan desapercibidos porque la persona «parece sana» y puede estar ocultando sus síntomas. También hay personas que viven en cuerpos más grandes que se pasan por alto o  lo que es peor, a veces se les felicita por su rápida pérdida de peso debido a comportamientos de dieta extremadamente arriesgados.

Detección precoz de los trastornos alimentarios

Aumentar y mejorar la detección precoz de los trastornos alimentarios es crucial para garantizar que las personas que los padecen reciban la atención que necesitan. El entorno de la atención primaria es ideal para la detección precoz de los trastornos alimentarios, ya que estos proveedores suelen tener una relación de mayor confianza con sus pacientes. Los indicadores de un trastorno alimentario suelen incluir cambios de peso, cambios repentinos en la dieta o cambios en el estado de ánimo o la ansiedad.

A lo largo de mi carrera, he trabajado con numerosos pacientes que se habrían beneficiado enormemente si alguien en su vida hubiera identificado antes su enfermedad. En muchos casos, un diagnóstico precoz podría haber significado una menor duración de la enfermedad, menores costos de atención y un camino más rápido hacia la recuperación.

Estas experiencias me llevaron a trabajar con mis colegas en el desarrollo de una herramienta gratuita y fácil de usar para que los profesionales de atención primaria puedan realizar de forma rápida y sencilla pruebas de detección basadas en la evidencia para pacientes adultos, junto con temas de conversación y orientación para la derivación. Esta herramienta proporciona a los médicos los recursos que necesitan en un formato práctico para el entorno actual de la atención primaria.

Con datos que muestran que 28,8 millones de estadounidense han tenido o tendrán un trastorno alimentario en algún momento de sus vidas, debemos mejorar la educación y la comprensión en la comunidad médica. En la actualidad, no existe ningún requisito para enseñar a los estudiantes de medicina o residentes sobre los trastornos alimentarios, y muchos no tienen los conocimientos, la experiencia y las habilidades necesarias para identificar estas condiciones, a pesar de querer ayudar a sus pacientes. Si bien la herramienta de cribado es un paso para salvar la brecha de conocimiento, aún se necesitan esfuerzos más sólidos para mejorar el panorama de la atención de los trastornos alimentarios.

Necesidad de financiación para la investigación y el tratamiento de los trastornos alimentarios

Un último componente es el aumento de la financiación gubernamental para la investigación, la educación pública y las campañas de concienciación, así como el acceso al tratamiento. En 2016, el Congreso aprobó una legislación pionera en su género, que asigna fondos específicamente para abordar los trastornos alimentarios. Esta financiación se ha traducido en un aumento de la educación y la formación de miles de profesionales sanitarios, así como en el desarrollo de estrategias innovadoras para ayudar a abordar el problema. Se necesita financiación continua para garantizar que estos esfuerzos persistan y para abordar la creciente necesidad de formación sobre trastornos alimentarios tras la pandemia.

El secretismo y la vergüenza inherentes a los trastornos alimentarios hacen que a veces no se detecten durante años. Pero podemos cambiar esta situación. Con herramientas sencillas de detección y otras intervenciones tempranas apoyadas por una mayor financiación federal y educación pública sobre el tema, podemos garantizar que todas las personas con trastornos alimentarios reciban la atención y el apoyo que necesitan.

Christine Peat, PhD,opens in a new tab or window es profesora clínica asociada en el Departamento de Psiquiatría.