Matías A. Loewy

.Viajar por tierra en el propio vehículo y solo con el grupo familiar conviviente, reservar alojamiento, usar mascarilla en lugares públicos, comer en espacios ventilados, utilizar la escalera de los hoteles en lugar del ascensor y evitar las aglomeraciones, son solo algunas medidas recomendadas para tener vacaciones seguras, incluyendo la posibilidad de postergarlas, especialmente cuando implican trayectos aéreos.

Dra. Annelies Wilder-Smith

«Posponer todos los viajes no esenciales durante esta pandemia por al menos seis meses sería recomendable. No es el riesgo del vuelo en sí, sino que la movilidad siempre causa mayor diseminación. Especialmente los países con bajos números de contagios deberían hacer todo lo posible para prohibir que lleguen personas desde países con alta transmisión», comentó a Medscape en español la Dra. Annelies Wilder-Smith, del Departamento de Control de Enfermedades de la London School of Hygiene and Tropical Medicine, en Londres, Reino Unido, y expresidenta de la International Society of Travel Medicine.

«Las vacaciones pueden tomarse observando las indicaciones no farmacéuticas en la medida de lo posible. Pero si podemos posponerlas es mejor», sugirió el Dr. Marcos Espinal, director del Departamento de Enfermedades Transmisibles y Determinantes Ambientales de la Salud de la Organización Panamericana de la Salud (OPS).

El especialista también destacó el hecho de que una medida relevante consiste en evitar los viajes en aviones, que solo deberían utilizarse para casos esenciales, sobre todo cuando se trata de vuelos largos, además de enfatizar en otras recomendaciones: «Si podemos hacer turismo doméstico, mucho mejor. Ir por tierra a la playa, al campo o a las montañas, lavarse las manos, usar mascarillas, evitar las aglomeraciones, comer en terrazas y patios en lugar de restaurantes cerrados».

Y añadió: «Pero el riesgo siempre existe. Se puede considerar posponer las vacaciones y, si es necesario tenerlas, tomar en cuenta las medidas de salud pública».

Contagio en vuelos: cifras en disputa

Los interrogantes sobre las vacaciones se agudizan cuando gran parte del planeta tiene circulación comunitaria del virus SARS-CoV-2. La región de las Américas sigue en su primera ola, mientras Europa volvió a ser el epicentro de la pandemia. La preocupación epidemiológica coexiste y entra en conflicto con la necesidad psicológica de aliviar la fatiga de las cuarentenas y la demanda de reactivación de la industria del turismo, motor económico en muchos países.

La página oficial de Centers for Disease Control and Prevention de Estados Unidos, el país con más contagios y más muertes, menciona: «Los viajes aumentan sus probabilidades de contraer y propagar COVID-19. Quedarse en casa es la mejor manera de protegerse y proteger a otras personas de COVID-19».

El mapa de riesgo de Centers for Disease Control and Prevention también quita el deseo de preparar las maletas. De 233 países y territorios en el mundo, solo 34 tienen riesgo de COVID-19 moderado, bajo o muy bajo (de otros 13 no hay información). Muchos de ellos son pequeñas islas e imponen serias restricciones al turismo internacional.

Como contrapartida, los sectores de hotelería, gastronomía y transporte plantean protocolos para reducir el riesgo de contagio y sostener la actividad. Por ejemplo, la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA) declaró que la probabilidad de contagiarse en un vuelo es inferior a la de ser golpeado por un rayo. Y lo fundamentó con un estudio en Journal of Travel Medicine que entre el 24 de enero y el 21 de septiembre de 2020 recopiló 44 casos de contagios en vuelos publicados en revistas científicas con revisión por pares, una cifra muy baja, en comparación con más de un 1,2 mil millones de pasajeros que volaron en ese lapso.

Sin embargo, para la Dra. Wilder-Smith, coautora del estudio junto al Dr. David Freedman de la University of Alabama, en Tuscaloosa, Estados Unidos, el dato fue «citado erróneamente», aclaró a Medscape en español. «Nuestro artículo dice que hubo 44 casos reportados, pero ¿quién sabe cuántos quedaron sin reportar?», enfatizó.

Dra. Susana Lloveras

Por otra parte, los vuelos no solo implican tiempo en la butaca. «Los viajes aéreos en el interior del avión son relativamente seguros, pero tenemos que considerar también el tiempo que transcurre en las filas de controles de seguridad y terminales de aeropuerto, lo que hace que exista contacto cercano con otras personas y superficies que se tocan con frecuencia», señaló a Medscape en español la Dra. Susana Lloveras, jefa de la Sección Zoopatología Médica del Hospital de Enfermedades Infecciosas Muñiz de Buenos Aires, Argentina, y actual presidenta de la Sociedad Latinoamericana de Medicina del Viajero (SLAMVI).

«En los vuelos los patógenos no se propagan fácilmente porque el aire circula y pasa por filtros que disminuyen la propagación. Pero lo difícil es mantener el distanciamiento social cuando los aviones están llenos, y a eso hay que sumar el tiempo de un viaje prolongado», añadió la Dra. Lloveras.

Es simplemente aditivo, comentó el Dr. Henry Wu, profesor asociado de la Emory School of Medicine, en Atlanta, Estados Unidos. «Un vuelo de 10 horas será 10 veces más riesgoso que uno de una hora», aseguró.

Por tanto, lo ideal son los viajes terrestres, en automóvil, con personas convivientes. «No en autobús o ferrocarril, que serían condiciones similares a los viajes aéreos, donde se comparte mucho tiempo el espacio con otras personas y hay dificultades para mantener el distanciamiento social».

Puntos para minimizar el riesgo

Al momento de contemplar tomar vacaciones, un primer punto es evaluar el propio nivel de riesgo de COVID-19. Por ejemplo, las personas inmunocomprometidas necesitan ser «particularmente cuidadosas» porque son más vulnerables, añadió el Dr. Roy Chemaly, experto en enfermedades infecciosas y control de infecciones del MD Anderson Cancer Center, en Houston, Estados Unidos.[2 Lo mismo podría aplicarse a personas de edad avanzada o con comorbilidades como diabetes y obesidad.

Si se decide viajar, la Dra. Lloveras comparte algunos consejos adicionales para reducir la exposición al virus:

  • Mantener las medidas de prevención:
    • Usar cubrebocas (mascarillas o barbijos), especialmente en medios de transporte y otros lugares cerrados.
    • Mantener distancia mínima de 2 metros con otras personas.
    • Lavarse las manos con agua y jabón (o solución hidroalcohólica a 70%) con frecuencia, sobre todo después de ir al baño o estar en un espacio público.
  • Idealmente, tomar vacaciones con el grupo familiar conviviente.
  • Comer en lugares bien ventilados.
  • Optar por reservas y registros en línea, con la alternativa de ingresar a la habitación con un código activado desde el propio celular y evitar tocar papeles.
  • Confirmar que el hotel o alojamiento cuenta con otras prácticas de prevención, como mamparas en la recepción y políticas activas de limpieza y desinfección.
  • Usar mascarillas en el lobby y limitar la permanencia en espacios comunes, como sala de desayunos, salón de juegos y spas.
  • Usar las escaleras del hotel y no tanto el ascensor, o solo hacerlo junto con el núcleo familiar.
  • Pensar en destinos donde no haya aglomeración de personas.

«En tiempos de pandemia las vacaciones deben planificarse. No se puede salir de un día para el otro, como podíamos hacer antes. Hay que ver claramente el destino elegido, programar el medio de transporte con menos riesgo, contar con reservación y tener muy en claro los números a llamar o cómo contactarse con el servicio de salud local si aparece alguna sintomatología», señaló la Dra. Lloveras.

¿Pruebas al ingreso?

En numerosas ocasiones la OPS ha recordado que aquellos países o jurisdicciones que deciden reabrir la actividad turística deben ser conscientes de los riesgos que asumen, aunque en viajes internacionales consideró innecesario exigir pruebas de infección por SARS-CoV-2 (antes de partir o al llegar) o cuarentenas en el lugar de destino.

Las acciones de limitación de movimiento de personas, tanto en desplazamientos dentro de un país o internacionales son medidas extraordinarias que se toman cuando hay transmisión masiva y no es posible detectar los casos a tiempo y tomar otras medidas de control de la pandemia.

Dr. Ciro Ugarte

El Dr. Ciro Ugarte, director del Departamento de Emergencias Sanitarias de la OPS, señaló: «Si las medidas se toman aisladas, sin otras, como detección de casos, aislamiento y rastreo de contactos, así como distanciamiento social e higiene de manos, solo se retrasa en algunos días o semanas una transmisión que es imposible detener».

Un argumento en contra del testeo negativo de SARS-CoV-2 como requisito para el ingreso es que «el resultado solo se aplica al momento del testeo, a veces varios días antes del inicio del viaje, lo que brinda falso sentido de seguridad», planteó el Dr. Ugarte.

Sin embargo, para la Dra. Wilder-Smith tanto las pruebas de reacción en cadena de la polimerasa como las cuarentenas al arribo son medidas recomendables en este contexto. «Y las pruebas también pueden llevar a reducir el tiempo de cuarentena», agregó.

La Dra. Lloveras argumentó que cada país o jurisdicción podría establecer políticas de ingreso (incluyendo obligación de pruebas y aislamiento) de acuerdo con la circulación comunitaria del virus. «Pero hay que considerar que los métodos diagnósticos tienen diferente sensibilidad y pueden existir resultados falsos negativos que no aseguran que una persona esté libre de la infección», lo que refuerza la importancia de mantener todas medidas de prevención.

En: https://espanol.medscape.com/verarticulo/5906122