SASKIA CONTRA POPESCU

Uno de los desafíos actuales con COVID-19 no solo ha sido la prevención, sino también la terapéutica. ¿Cómo tratamos a las personas hospitalizadas con síntomas leves? ¿Pacientes no hospitalizados? Cada vez más, el uso de contramedidas médicas se convierte cada vez más en un tema de preocupación y discusión a medida que miramos hacia el futuro de COVID y que probablemente viviremos con él más tiempo del que nos gustaría.

A menudo, las discusiones sobre la terapéutica se centran en pacientes hospitalizados, pero ¿cómo abordamos los tratamientos para pacientes no hospitalizados? Un nuevo artículo publicado en JAMAbusca abordar cómo abordamos los tratamientos para estos pacientes que no están hospitalizados, pero que experimentan COVID-19. Para los síntomas leves y moderados de COVID-9, ¿cómo debemos tratarlos? Aún más relevante: ¿cómo cambia esto con Omicron, una variante que es más transmisible pero que cada vez se considera menos grave? Como señalaron los autores, “los antivirales se dirigen a diferentes etapas del ciclo de vida del SARS-CoV-2. Los anticuerpos monoclonales anti-SARS-CoV-2 se unen a la proteína de pico viral, evitando la unión y la entrada a las células. El nirmatrelvir-ritonavir inhibe la proteasa principal del SARS-CoV-2, que escinde las poliproteínas virales en proteínas no estructurales esenciales para la replicación. Molnupiravir y remdesivir apuntan a la replicación del ARN del SARS-CoV-2: el primero induce la mutagénesis del ARN que conduce a un virus que no puede replicarse y el segundo es un profármaco de nucleótidos que inhibe la ARN polimerasa viral. Debido a las mutaciones en la proteína del pico viral de la variante Omicron, la mayoría de los anticuerpos monoclonales anti-SARS-CoV-2 actualmente disponibles tienen una actividad reducida. Se espera que nirmatrelvir-ritonavir, remdesivir y molnupiravir, que se dirigen a regiones virales más conservadas, permanezcan activos contra Omicron”.

Los autores revisaron Sotrovimab, Nirmatrelvir-ritonavi, Remdesivir y Molnupiravir en pacientes no hospitalizados y observaron los mecanismos de acción, los ensayos y los resultados. Además, los investigadores desarrollaron una tabla para cada terapia y sus ventajas y desventajas, que desglosa las interacciones farmacológicas graves y las situaciones en las que se prefiere un fármaco sobre el otro. Una pieza muy beneficiosa para este artículo e investigación fue una discusión sobre el tratamiento para niños y personas embarazadas, pero también sobre la asignación de tratamientos cuando hay problemas en la cadena de suministro.

Los autores señalaron que “se debe priorizar a los pacientes con mayor riesgo de enfermedad grave. Las pautas de tratamiento de NIH COVID-19 han propuesto un esquema de priorización para cuando hay restricciones logísticas o de suministro. Cuando la cantidad de pacientes en el nivel de riesgo más alto excede los suministros de medicamentos, es posible que se necesiten otros enfoques, como sorteos. La distribución de medicamentos debe monitorearse activamente y ajustarse para garantizar un uso equitativo (es decir, las personas vulnerables y desfavorecidas no están siendo excluidas)”.

Por último, y lo más importante, los autores enfatizaron las direcciones futuras, que enfatizaron no solo el monitoreo de la aparición de resistencia en aquellos que reciben monoterapias, sino también la distribución equitativa y la creciente importancia de abordar tales brechas. Como señalaron los autores, existe la necesidad de abordar la terapéutica tanto a nivel micro como macro, y donde la resistencia viral puede afectar estos esfuerzos. En vista de Omicron y de lo que las futuras variantes puedan arrojarnos, es fundamental una evaluación de las contramedidas médicas para pacientes no hospitalizados.