La situación de salud en Venezuela se agudiza y continúa generando alarmas a nivel internacional. El acceso a la información epidemiológica en el país es inasequible, dejando una clara incertidumbre sobre las cifras que pudieran revelar la magnitud del problema más allá de las experiencias que día a día se viven en los hospitales.
Enmarcada en un complicado escenario que incluye ineficaces políticas públicas y sanciones internacionales, Venezuela atraviesa una crisis de salud por falta de insumos y distribución de vacunas. La tasa de desnutrición ha empeorado la situación con una población más susceptible a enfermedades infecciosas.
Un alarmante aumento en los casos de malaria y tuberculosis, aunado al desabastecimiento de tratamientos para la infección por VIH, generó, en el año 2018, que Onusida, la Organización Panamericana de la Salud (OPS), la Red Venezolana de Gente Positiva, la Sociedad Venezolana de Infectología y el Ministerio del Poder Popular para la Salud, elaboraran una estrategia denominada el “Plan Maestro para el fortalecimiento de la respuesta al VIH, la tuberculosis y la malaria en la República Bolivariana de Venezuela desde una perspectiva de salud pública” para dar respuesta a estas epidemias en los próximos tres años. A finales de 2018 llegaron al país cerca de 500 mil frascos de TLD, un antirretroviral en presentación para adultos. Ya para el 2020, sumaban cerca de 700 mil frascos de esta droga. Pero continúan las fallas en el acceso a medicamentos para personas que no califican para este esquema, así como fallas en tratamientos para pacientes pediátricos menores de 20 kg e imposibilidad para hacer diagnóstico de infección por transmisión vertical en lactantes menores de 18 meses. Por otro lado, faltan recursos para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades oportunistas, persistiendo las fallas para el diagnóstico y seguimiento de la infección por VIH.
Si bien el “Plan Maestro” dio una respuesta parcial a la problemática del VIH, existe gran preocupación por el aumento de casos de tuberculosis en el país, enfermedad infecciosa ligada a la pobreza que afecta a poblaciones particularmente vulnerables, como demuestran los datos aportados por las Fichas Epidemiológicas 2018 del Programa Nacional de Tuberculosis, donde los grupos más afectados fueron los privados de libertad, población indígena y personas que viven con VIH, reportando para ese año un total de 10.574 casos.
El Informe Global sobre Tuberculosis de la Organización Mundial para la Salud reveló cifras alarmantes sobre la enfermedad en Venezuela, señalando que, en 2019, se registró una tasa de 47,80 por cada 100.000 habitantes.
El equipo de médicos de Proyecto Once Trece, con el apoyo de la organización de Una Ventana a la Libertad realizaron 12 jornadas de salud integral en 9 centros de detención preventiva de los estados Miranda, Vargas y Nueva Esparta entre diciembre de 2019 y febrero de 2020, donde se consultaron a 450 privados de libertad.
En la población atendida se encontraron con mayor frecuencia patologías como, enfermedades de la piel, infecciones respiratorias, dolores osteomusculares y un 30% de desnutrición. Adicionalmente se hicieron pruebas rápidas para diagnóstico de VIH de forma confidencial y voluntaria, arrojando una prevalencia del 0,88%, valor que está discretamente elevado comparado al conocido en la población general del país.
En los pacientes sintomáticos respiratorios con sospecha de tuberculosis se tomaron muestras de esputo para el diagnóstico y cultivo en aquellos que presentaban expectoración, teniendo como resultado un 5,5% de prevalencia en los casos sospechosos y, en los confirmados, un 2%. De estos pacientes, predominantemente de sexo masculino, con edad promedio de 22 años, el 63% presentó bajo índice de masa corporal.
La dificultad para el diagnóstico y la falta de acceso a tratamientos para tuberculosis, la desnutrición y el hacinamiento, son algunas de las causas que originan el aumento de la incidencia de esta enfermedad dentro de esta población desatendida.