Las personas que contraen el VIH deben seguir un tratamiento con fármacos antirretrovirales durante toda la vida para mantener a raya la infección y evitar transmitirla a otras personas. No obstante, en algunos pacientes el virus no reaparece al interrumpir el tratamiento. Esos casos minoritarios se conocen entre los investigadores del campo como controladores postratamiento, y su estudio es esencial para encontrar claves que puedan, en un futuro, avanzar en tratamientos curativos de la infección. 

Los controladores postratamiento son pacientes que inician la terapia antirretroviral de manera muy temprana y cuyo sistema inmunitario es capaz de controlar la infección por sí mismo cuando se interrumpe el tratamiento. Ejemplo reciente es el caso de la paciente de Barcelona, quien tras más de 15 años de suspender la medicación antirretroviral ha mantenido un control autónomo de la replicación del VIH, presentado en la Conferencia Mundial del Sida, en Montreal, el pasado julio.  

Hoy se publica en Science Translational Medicine más información sobre las características inmunitarias de este tipo de pacientes. La investigación, cuya primera firmante es Elmira Esmaeilzadeh, científica en el laboratorio del virólogo Jonathan Li, en el Hospital Brigham and Women’s y la Universidad de Harvard, en Boston, se centra en los anticuerpos de estos individuos. 

Los científicos han comparado a seis controladores postratamiento y a otros seis pacientes que suspendieron la terapia sin llegar a controlar el virus. Al examinar muestras de plasma, vieron más anticuerpos autólogos neutralizantes en los controladores, así como una menor diversidad genética del virus, lo que contribuía a que dichos anticuerpos ejercieran mayor presión selectiva sobre el VIH. 

El investigador del Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS) del Hospital Universitario Virgen del Rocío, Ezequiel Ruiz-Mateos Carmona, expone a este medio que “normalmente, los anticuerpos autólogos neutralizantes se desvanecen rápidamente y no consiguen controlar al virus, pero en este estudio observan que con el tratamiento los anticuerpos maduran hasta ser efectivos frente al virus”. El también experto del Grupo de Estudio de Sida (Gesida) de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (Seimc), destaca del estudio que muestra cómo “los anticuerpos ejercen una fuerza mayor de neutralización en los controladores postratamiento. Además, a ello se asocia que las secuencias virales son más homogéneas, de lo que cabe inferir que la presencia de anticuerpos autólogos neutralizantes con mayor capacidad de inhibición vírica se asocia a más contención del patógeno y, por tanto, a menor capacidad de replicación y diversidad”. 

Esos rasgos combinados pueden constituir “un biomarcador que indique en los pacientes tratados de manera temprana la posibilidad de interrumpir con seguridad el tratamiento”. Ezequiel Ruiz-Mateos aclara que el criterio actual es iniciar el tratamiento en cuanto se diagnostica al paciente, “por muchas razones, a nivel inmunológico y clínico”. De ahí el interés de contar con “biomarcadores o factores que indiquen en quiénes se puede suspender la terapia sin riesgo de que el virus rebote, lo que les permitiría estar sin el tratamiento durante años e, incluso en algunos casos, quizá convertirse en un controlador a largo plazo del virus”. 

Por otro lado, este trabajo también muestra rasgos a nivel inmunológico que potencialmente ayudarían a reproducir la capacidad de control del virus a otros individuos con la infección. 

El tratamiento ‘madura’ al sistema inmunitario 

Otro hallazgo del estudio que destaca este científico es que “el tratamiento modifica la capacidad del sistema inmunitario para controlar al virus. Incluso si los pacientes no han iniciado la terapia de manera inmediata, quizás cuando llevan un largo tiempo tratándose, por las características de su sistema inmunitario, consiguen esa capacidad para arrinconar al virus en regiones del genoma donde le cuesta más replicarse. Quizás encontremos ahora a más controladores entre los pacientes tratados; puede que haya más gente curada de lo que pensamos”, augura. 

Con esa premisa, Ezequiel Ruiz-Mateos trabaja en el IBiS en una línea de investigación sobre controladores. Hace unos años, dio a conocer, junto a otros investigadores españoles, el caso de otro tipo de controladores de la infección, los denominados de élite, pacientes que consiguen mantener al virus en niveles indetectables sin haber tomado nunca antirretrovirales. En concreto, en aquel trabajo realizado por varios centros españoles, y publicado en Scientific Reports, se realizó un seguimiento de tres pacientes (un hombre y dos mujeres) que contrajeron la infección entre 1988 y 1992, pero que tenían al virus controlado pese a no haber recibido nunca tratamiento. 

Junto a los controladores (postratamiento y de élite), también se han descrito casos anecdóticos de curación del VIH en todo el mundo. Se trata de pacientes con la infección que, debido a una enfermedad hematológica, como una leucemia, al recibir un trasplante de progenitores hematopoyéticos (de médula ósea) con una determinada mutación genética incorporan la capacidad para rechazar al virus. 

Sin embargo, a pesar del interés que puede suscitar ese puñado de casos de curación, la realidad es que ahora poco pueden aportar a la mayoría de pacientes con el VIH, pues se basan en un tratamiento no exento de riesgos importantes y que resulta asumible para todas las personas con VIH. En cambio, apunta Ezequiel Ruiz-Mateos, “identificar los rasgos de los controladores postratamiento y de élite sí pueden aportar datos extrapolables que podrían ayudar a muchos pacientes».