Por Carmen Fernández
Los linfocitos se dividen en tres tipos diferentes: B, T y natural killer (NK) o células asesinas naturales. Estas últimas pertenecen al sistema inmune innato, y forman parte de la primera línea de defensa frente a un amplio rango de patógenos; es decir, proveen protección frente a infecciones virales y bacterianas y también ayudan a detectar y limitar el desarrollo de tumores. Un estudio del Vall d’Hebron Instituto de Investigación (VHIR, vinculado al hospital del mismo nombre), de Barcelona, acaba de poner las NK bajo el foco de los investigadores del VIH al describir su papel en el fenómeno conocido como controladores de élite, que son personas que muestran un control natural de la replicación del virus (del que son portadores), por lo que no tienen necesidad de tratamiento antirretroviral. Son pocos pacientes con esa característica –se calcula que un 1%-, pero resultan muy valiosos para tratar de buscar una terapia curativa.
El grupo de Enfermedades Infecciosas del VHIR decidió investigar en las NK, a diferencia del grueso de la comunidad científica, más concentrada en los CD8 en los controladores de élite, cuyo sistema inmunitario es muy potente (las NK no son linfocitos T ni B, ni tienen marcadores CD4 u CD8). Y el equipo parece haber dado en el clavo puesto que ha descubierto, según un artículo publicado en la revista JCI Insight, que las NK de los controladores de élite tienen una respuesta más específica. En vez de actuar indiscriminadamente, pueden reconocer y eliminar células que han sido marcadas con anticuerpos de forma más dirigida.
También han observado, a través de citometría de flujo (permite analizar múltiples parámetros en una célula mediante anticuerpos fluorescentes) y otras técnicas sofisticadas de laboratorio, que las células NK de los controladores de élite tienen dos marcadores en su superficie, llamados NKG2C y NKG2A, que tienen funciones opuestas. Mientras NKG2A disminuye la actividad del sistema inmunitario, NKG2C actúa como un activador. “Pensamos que, el hecho de que las células expresen los dos receptores a la vez, hace que la respuesta sea más equilibrada y dirigida a eliminar las células infectadas por VIH y que, por lo tanto, la respuesta frente al virus sea más potente”, informa María José Buzón Gómez, co-jefa del grupo de Enfermedades Infecciosas del VHIR e investigadora dedicada al estudio de nuevas terapias dirigidas a la cura del VIH, con especial énfasis en la caracterización, tanto en sangre como en diferentes tejidos, de nuevos reservorios celulares del VIH y el desarrollo de estrategias que potencien el sistema inmunológico.
Según ha explicado a este diario, NKG2A es un marcador de células más inmaduras y NKG2C, de más maduras, y, en su combinación, la célula con características de madurez se retrae y queda en estado más inmaduro. “Es posible que los controladores de élite tengan más de estas células”, ha dicho. También ha destacado que en estos controladores podría haber también factores genéticos implicados, “pero no los hemos identificado”. Ahí podría entrar en juego el sistema HLA (Antígeno Leucocitario Humano), que desempeña un papel crucial en la respuesta inmunitaria y determina la susceptibilidad genética a diversas enfermedades infecciosas.
COMPARANDO CUATRO GRUPOS DE PERSONAS
En su estudio, el equipo barcelonés comparó las células NK de personas control, personas que viven con VIH con y sin tratamiento antirretroviral y controladores de élite. Y las NK de estos últimos son las que mostraron una respuesta “más específica, precisa y regulada ante el virus”. Además, tienen más capacidad de migrar a los tejidos infectados y presentan marcadores de células de memoria. Estos marcadores permiten que las células recuerden las infecciones anteriores y reaccionen con más rapidez y efectividad.
Todo eso es importante porque normalmente las NK actúan de forma inespecífica (pueden matar cualquier célula que detectan como anormal), pero este estudio aporta evidencia de que, en las personas controladoras de élite, en vez de actuar indiscriminadamente son capaces de reconocer y eliminar células marcadas con anticuerpos de forma más dirigida.
“Entender el papel de las NK nos ayudará a crear herramientas de inmunoterapia que se dirijan a potenciar las respuestas beneficiosas para controlar la replicación del virus. Nuestro objetivo es obtener mejores terapias para las personas que viven con VIH y, en el futuro, conseguir la curación completa”, ha manifestado Buzón.
El grupo de Enfermedades Infecciosas del VHIR, de hecho, ya está trabajando, por un lado, en identificar el mecanismo por el que las NK de los controladores de élite son más antivirales y “matan mejor”; y por el otro, en la generación de células NK más activadas en modelos animales, ya sea usando fármacos que puedan modificar directamente la respuesta de estas células o mediante su modificación fuera del organismo.
Esto podría conducir a una terapia celular específica que tuviese como objetivo lograr que los pacientes que no son de forma natural controladores de élite de VIH puedan serlo. Una terapia de ese tipo basada en NK, además, podría tener utilidad en oncología, en opinión de Buzón, porque “las NK matan células tumorales también”.
El trabajo publicado ahora se ha llevado a cabo en colaboración con el Instituto de Investigación Sanitaria – Fundación Jiménez Díaz y el Hospital Universitario Rey Juan Carlos de Madrid, y el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBiS), y ha sido posible gracias a la financiación del Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades. Buzón ha indicado que están buscando más fondos para continuar con esta línea de investigación