Por. Mario Comegna
La masculinidad, en sus múltiples dimensiones, se encuentra en un momento de redefinición profunda. La imagen del «hombre fuerte y duro» que ha prevalecido durante generaciones está siendo cuestionada y, en muchos casos, reinterpretada. Hoy en día, vemos cómo las diferencias de género se difuminan y surgen nuevas formas de entender qué significa ser hombre.
En tiempos recientes, los atributos considerados «masculinos» como la fuerza física, la dureza emocional y la autoafirmación han sido catalogados como potencialmente tóxicos. Esto ha llevado a una crisis de identidad para muchos hombres, quienes se enfrentan a la compleja tarea de redefinir su papel en una sociedad que valora cada vez más la diversidad emocional y de género. No es casualidad que, paralelamente a esta redefinición, haya un aumento de perfiles machistas en redes sociales, donde se celebra el culto al cuerpo y se refuerzan estereotipos tradicionales. Estos espacios actúan como refugios para aquellos que sienten que su identidad está siendo deslegitimada, reforzando un modelo hegemónico que, en realidad, es solo una cara de muchas.
¿Cuántos tipos de masculinidad hay?
La respuesta es simple: tantas como hombres existen. La idea de un solo tipo de identidad masculina es limitante y reductiva, aunque ha sido la norma durante siglos. Si bien el modelo hegemónico -que exalta la fuerza, la independencia y el dominio- ha sido predominante, hay muchas otras formas de ser hombre. La «masculinidad inclusiva», que aboga por la sensibilidad, la igualdad y la apertura emocional, ha ganado terreno en los últimos años, promoviendo un modelo de hombre que se conecta con sus emociones y se muestra vulnerable sin que esto sea visto como una amenaza a su identidad.
Dentro de esta diversidad, encontramos también la llamada «masculinidad híbrida», un modelo intermedio donde los hombres intentan equilibrar la dureza y la sensibilidad, sin rechazar ninguna de las dos. La identidad masculina no es una fórmula rígida, sino un conjunto de expresiones en constante negociación, influenciadas por factores culturales, sociales y personales.
¿Qué tipo de hombres necesitamos?
El cambio no solo está en reconocer la pluralidad de identidades masculinas, sino también en reflexionar sobre qué cualidades son deseables para construir una sociedad más equitativa y saludable. Hombres que se sientan cómodos con la vulnerabilidad, que acepten sus emociones y que se relacionen desde la empatía son, quizá, la respuesta a la necesidad de una nueva forma de masculinidad más constructiva. No se trata de renunciar a los aspectos tradicionalmente considerados masculinos, sino de ampliar la perspectiva para incluir la sensibilidad, la cooperación y el cuidado de sí mismos y de los demás.
¿Qué está pasando?
El cuestionamiento del modelo tradicional ha llevado a muchos hombres a buscar espacios de reflexión y apoyo. Los talleres de identidad masculina, por ejemplo, se han vuelto populares como lugares donde los hombres pueden explorar su identidad, compartir experiencias y encontrar modelos alternativos de ser. La realidad es que esta transformación representa una «crisis» en el sentido positivo de la palabra: un momento de cambio y crecimiento. Es una invitación para que los hombres rompan con los estereotipos, exploren nuevas formas de ser y se permitan ser lo que antes no se les permitía.
Estamos presenciando un momento histórico en el que el concepto de masculinidad se revisa y transforma. Los crecientes movimientos que buscan potenciar la «masculinidad tradicional», con su énfasis en el cuerpo y los roles de género rígidos, son una reacción al desconcierto que surge de este cambio. Sin embargo, su proliferación no es más que una reafirmación de modelos arcaicos, que si bien sirvieron en el pasado, hoy resultan insuficientes para responder a la complejidad de la vida moderna. El verdadero empoderamiento masculino no consiste en aferrarse a esos estereotipos, sino en encontrar un equilibrio que permita una expresión auténtica y plena de lo que significa ser hombre. La evolución hacia modelos más diversos y compasivos de ser hombre es una oportunidad para redefinir qué cualidades son realmente valiosas y necesarias para la construcción de una sociedad equitativa y saludable.